Madame


La maestra
que encanta
me permite
Hacer el cielo con sus tetas

En sus palabras
las formas de la noche
el sabor
buscado por sus labios
el recuerdo
de aquel libro descifrable
en el silencio.
La aguda tibieza de su boca
Que anticipa
La complejidad de su contacto
el perfume en su cuello
la penumbra
De su piel
En la almohada

El azul de sus ojos enredado
Entre gentes
Que se alejan
Por el tren de la ventana
Entre el paisaje

Madame
No cuida de su sombra
en el papel.
Tampoco
del metal de su apetito
en ésta noche.

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