ANALISIS POLÍTICO



LA IDENTIDAD REPUBLICANA NACIONAL & LA ESTRUCTURA SOCIAL COLOMBIANA


Los recursos identitarios republicanos y religiosos, y el aplazamiento de los argumentos identitarios construidos desde las razones del pacto social.



Por Robinson Marín Valderrama


RESUMEN

Dentro de dinámicas sociales de formación de los estados, existen tareas simbólicas desplegadas desde lo narrativo con la finalidad de dar sentido al pasado, proyectar un futuro, consolidar una identidad nacional. Los símbolos son recursos de elaboración de dicha identidad y hacen parte del discurso identitario. Sin embargo, ni la identidad de una comunidad es estable, ni su construcción políticamente neutra. El texto presenta una discusión acerca de la medida en que la elaboración del discurso identitario colombiano a través de una retórica republicana y religiosa, ha retardado el arribo de razones provenientes del pacto social como recurso identitario nacional.

PALABRAS CLAVES. Discurso identitario, pacto social, identidad nacional, simbólica republicana, simbólica religiosa.


ABSTRACT


Within socials dynamics of formation of the states, exist symbolic tasks developed from the narrative field with the purpose of giving sense to the past, projecting a future, and consolidating a national identity. The symbols are resources of elaboration of this identity and are part of the identity speech of self-representation. Nevertheless, neither the identity of a community is stable, nor its politically neutral construction. The text presents a discussion about the measurement in which the elaboration of the Colombian identity speech through a republican and religious rhetoric, has slowed down the arrival of originating reasons of the social pact like national identity resource.


KEY WORDS. Identity speech (self-representation), social pact, national identity, republican’s symbolic, religious’s symbolic.



La idea de singularidad es una de las elaboraciones sociales que como relato fundador - en el sentido que Lyotard da al término relato [1]- opera como recurso de fundamentación y legitimación de los discursos identitarios de las comunidades. Dicho tipo de recurso narrativo se expande en un doble sentido; hacia el interior como cohesionador y hacia el exterior como diferenciador en relación con el otro. La memoria es el lugar donde tiene lugar la construcción de cada singularidad.


Por memoria colectiva se comprende, una red de significados y de ejercicios narrativos y simbólicos a través de los cuales une comunidad representa e interpreta la historia. Estas representaciones se manifiestan por medio de modelos y textos de corte cultural, como los discursos identitarios, que expresan material y simbólicamente una cosmovisión de lo posible, un imaginario. Es decir, a través de una construcción social narrativa o simbólica, las comunidades re-conocen su pasado y re-elaboran las estructuras que permiten el conocimiento de sí mismo y del mundo en clave local. [2]


Dentro de las dinámicas sociales de formación de los estados, existen tareas simbólicas que se despliegan desde lo narrativo con la finalidad de dar sentido a un pasado que proyecte un futuro y que consolide una identidad nacional. En el caso de America Latina, esta actividad simbólica ha sido desarrollada merced la elaboración del gran relato republicano. Los símbolos patrios, las gestas elevadas a través de monumentos; el diseño de la historia épica de las raíces. Este relato fundacional se convierte en la memoria oficial de la nación, con un doble objetivo. De una parte definir y reforzar la identidad nacional, y de otra, asignar roles a cada grupo dentro del contexto nacional. [3]
Si bien existe una diferencia relevante entre el proyecto de nación elaborado desde el concepto republicano y otras categorías políticas o culturales, para ambas categorías los recursos simbólicos son esenciales. Los símbolos con uno u otro acento son recursos de elaboración de la identidad nacional [4] son parte del discurso identitario- más, ni la identidad de una comunidad es un discurso estable, ni su construcción es políticamente neutra. A partir de éste escenario el texto presenta una discusión a propósito de en que medida, la elaboración de discurso identitario colombiano a través de un simbólica retórica republicana y religiosa, ha aplazado el arribo de las razones provenientes del pacto social, como recurso identitario nacional colombiano.

La Construcción de la identidad nacional.

En occidente se teme al olvido, porque su presencia amenaza la identidad. [5] Existir significa en muchos sentidos, una conciencia a cerca de quién soy y cual es mi pasado, cuales son las raíces que dan sentido al presente y permiten proyectar el porvenir. La memoria como elemento de construcción de la identidad, suministra las representaciones del pasado que han de permitir elaborar a través de ciertos recursos narrativos denominados discursos identitarios, relaciones entre el pasado y el presente.

Los discursos identitarios son recursos narrativos de corte cultural a través de los cuales las comunidades hacen la reelaboración de su pasado en pos de crear su presente como sociedad. Estas historias se encuentran influenciados por la estructura del estado nación que opera como sistema de producción de orden y saber. Los discursos identitarios tienen una dimensión política que cumple una función puntual en las formas específicas de las estructuras sociopolíticas de cada sociedad.

Los recursos narrativos que permiten la construcción de una historia, implican por su naturaleza, trazar de forma selectiva líneas de luz -en el sentido Deleuzeano del término- sobre un objeto. En este caso, los eventos de la historia que se constituirán en la memoria nacional. La historia individual y colectiva es un componente significativo de los relatos identitarios, Sin embargo « Le discours sur l’identité n’est donc pas un discours témoin de la réalité qu’ il prétend exprimer» [6] A partir de la reelaboración de una historia común como pueblo y del tipo de relaciones que en dicho escenario han sido construidas, se concibe el universo de lo posible y del hoy de las sociedades. Por demás, ni la identidad de una comunidad es un discurso estable y unívoco, ni su construcción es políticamente neutra


« L’ identité n’est jamais une perception simple et stable du moi et du groupe dans lequel l’ individu s’insère [...] La perception de leur identité que peuvent avoir les groupes sociaux et les individus qui les composent est devenue massivement un enjeu de manipulation politique et idéologique». [7]



En los países del norte de América latina, se ha realizado un uso permanente de una simbólica republicana nacional, como recurso narrativo de elaboración de la identidad nacional, en detrimento de argumentos identitarios provenientes de sus raíces culturales o del pacto social constitutivo de la organización política y social. Así mismo, el inventario de los recursos naturales de la nación y el paisaje, ocupa un lugar relevante en los relatos identitarios de estos países [8]


Ahora bien, el régimen republicano –mas allá del uso dado a su simbólica- constituye una de las herencias más importantes del proceso de independencia hispanoamericano. Dentro de las dinámicas del proceso histórico de Colombia, Ecuador y Venezuela, la república posee un significado de amplio alcance


"La república [latinoamericana] implica en lo constitucional, soberanía nacional radical, igualdad, supresión de los cuerpos y de privilegios, universalidad de la ciudadanía y del sufragio, abolición de la esclavitud; en el registro de las pasiones, significa exaltación de la libertad, igualitarismo, mesianismo revolucionario, tentativa de crear una sociedad radicalmente nueva; en otros campos es, en fin sociabilidad –clubes populares- y simbolismos nuevos, retórica, música, cantos y ceremonias inéditos" [9]


No obstante, este poder emancipador proveniente de las ideas republicanas, va a ser limitado –en el caso Colombiano- por las disputas que entre liberales y conservadores se desarrollan durante el siglo XIX, entre otras razones, por la definición del tipo de sociedad nacional. Los conflictos entre las élites liberales y conservadoras, aplazan la realización de una parte significativa de los postulados republicanos de la independencia, e introducen como recursos identitarios nacionales los recursos narrativos religiosos. Estas disputas han tenido lugar posiblemente, mas por la forma de representar la sociedad que por la forma de construirla; las simbólicas republicana y religiosa han cumplido un papel fundamental en el encauzamiento de los discursos identitarios, que reclaman la presencia de los íconos y las formas mas allá de realizaciones que legitimen las aspiraciones representadas por estos símbolos.


La identidad nacional y los discursos republicano y religioso en Colombia.


En Colombia, los discursos identitarios nacionales, se han apoyado particularmente en las simbólicas republicana [10] y religiosa, que han sustituido los argumentos culturales y los que se desprenden del pacto social en la elaboración de una base identitaria. Les recursos narrativos que fundan la legitimidad del reconocimiento de la unidad nacional desde el campo republicano, se apoyan en dos principios: La independencia y la formación republicana nacional [11]. Por otra parte, el principio orientador de los recursos narrativos y sus símbolos desde el campo religioso, reposa en la necesidad de una íntima colaboración entre el estado y la iglesia en la administración pública y en los procesos de poiesis social [12]. Progresivamente se elabora un discurso que describe el espíritu de la nación, su telos, sus virtudes como fuente de singularidad.

Desde los discursos de corte republicano, la aspiración de progreso sustituye las raíces y al pasado como símbolo identitario [13]. El paisaje se reelabora como parte de la identidad nacional. La evocación de los héroes da un sentido de pertenencia y de pasado compartido, de origen. La bandera, las estatuas, las calles y sus nombres, construyen la estética de la nación. Al construir el relato de la nación se privilegia el inventario de recursos físicos y naturales, en detrimento de las adquisiciones sociales y políticas que pudieran desprenderse del pacto social de la nación. Así es como en principio, la falta de argumentos culturales fuertes que sirvieran como fundamento de la unidad nacional – o la descalificación de los argumentos culturales existentes por parte de las élites- es suplida por símbolos de corte republicano ligados a los héroes de la independencia, que sirven como conexión de las comunidades nacionales. A ello siguieron las fiestas de la epifanía nacional, donde se recuerda el costo que en vidas tuvo el bien de la libertad y la independencia.[14]

Sin embargo, Los valores propios del discurso republicano no fueron los únicos que tendrían incidencia en la construcción del discurso identitario nacional institucional. Durante el siglo XIX la confrontación en el plano ideológico entre liberales y conservadores por la producción cultural y la definición del modelo social y cultural de la nación fue constante. El discurso religioso impulsado por la iglesia y el partido conservador, tendría profundas repercusiones sobre la identidad nacional colombiana.


Desde el siglo XIX, la construcción del discurso identitario desde la dimensión religiosa es una tarea realizada por el estado y las élites nacionales. El sagrado corazón de Jesús fue utilizado e impuesto como símbolo de unidad nacional durante la república conservadora. Con este fin, en 1891 comienza la consagración de los municipios al Sagrado corazón de Jesús – símbolo religioso francés-, a través de la realización de actos públicos donde conviven los poderes laicos y religiosos. [15] Durante la primera mitad del siglo XX, se impulsó la oración « Sagrado corazón de Jesús en vos confío », la renovación de la consagración del país y sus unidades administrativas al sagrado Corazón a través de la ley 1 de 1952. La idea de construir Cristilandia en Colombia, une región ideal donde la administración pública funcionaría a partir de « la íntima colaboración entre la iglesia y el estado », es impulsada por el sacerdote Felix Restrepo [16]

Esta práctica va acompañada de esfuerzos del partido conservador y la iglesia por evitar cualquier protagonismo de las ciencias sociales y humanas [17], de la misma manera que por reducir la influencia de los liberales en la vida social de la nación, inclusive en la definición del carácter de las fechas festivas. [18]

En la medida en que la « cultura nacional », como discurso identitario nacional fue impuesto desde las élites a la nación, manifestaciones identitarias no oficiales como las existentes en la cultura popular, fueron marginadas, dando lugar a una tradición cultural colombiana que entiende el disenso como una expresión de mala educación. De esta manera se cerró el camino a manifestaciones políticas, religiosas o éticas que discreparan de la posición mayoritaria [19]. La « Cultura nacional » en muchos aspectos, es un proyecto de cultura de la clase dominante, introducido a través de las instituciones educativas, la academia, y los medios masivos de comunicación. Por demás, el proyecto de «cultura nacional» margina y desconoce la cultura popular dentro de sus dinámicas de poiesis,


« Esa cultura dominante es selectiva y considera que la cultura popular es inferior o bien le niega su carácter, conceptúa que las creencias populares son supersticiones, sus ceremonias fetichismo, su arte artesanía, sus tradiciones orales no pueden invadir el ámbito sagrado de la literatura; su ciencia, cuando no es mágica, es una opinión no especializada, deleznable, que vive en los campos y las calles pero no en los institutos, universidades y academias » [20]


Hay en ello una reafirmación del carácter de esta « cultura » : impositivo, y homogenizador del mundo subalterno.[21]


Realidad e identidad Colombiana. La percepción exaltada de los símbolos.

Ha existido un esfuerzo constructor de una identidad de lo «colombiano» a partir de una reelaboración mítica del pasado y de la relectura de los eventos y la valoración de las cosas, en clave republicana. Y en presencia de un sentimiento de «pueblo elegido» estimulado desde los discursos religiosos, se ha desarrollado una sociedad que prefiere evocar las formas retóricas de los símbolos, que cuestionar la correspondencia de dichos símbolos con los significados que representan.

Hay unas estructuras identitarias construidas a partir de lo institucional que se reconocen inclusivas a sí mismas, al menos desde lo discursivo. Las mismas estructuras narrativas que desde los dominios republicano y religioso han suministrado las bases de lo singular del pasado, parecen aplazar la realización del proyecto de pacto social que justificó las luchas de independencia.

«Colombia es un país de tragedias colectivas tapadas por un raro optimismo […] Por ello ofrecemos la imagen de uno de los países mas felices de la tierra : medimos la mediocridad de la supervivencia comparándola con el tamaño desmesurado de nuestras desgracias sociales y políticas» [22]



En Colombia para el año 2002, el 20% de los hogares más ricos del país concentraba el 52% de los ingresos; el 1.08% de la población poseía el 53% de la tierra y alrededor del 25% de la población se encontraba en situación de indigencia [23]. Para el año 2004, la situación de empobrecimiento de los habitantes de su capital Bogotá -en donde los ingresos son hasta de 66% superiores a la media nacional- ha llegado a crear un riesgo alimentario [24]. En Colombia, las representaciones narrativas a cerca de la realidad nacional, y de lo que se es como nación, no guardan relación con la realización o no del pacto social, y por tanto no consultan la realidad. Esta condición sui generis hace posible, que a pesar de ser el segundo país con más alto Coeficiente de Gini (0.53) de la región en el año 2005, los colombianos consideren mas importante la figura de protección republicana y religiosa del presidente Uribe que su pobre desempeño en asuntos como el manejo del desempleo [25].


«Nuestra felicidad consiste en salir adelante en medio de circunstancias que nos empujarían al abismo de las desigualdades, los colombianos somos felices no porque hayamos hecho el inventario, sino porque nos resistimos cada día a hacerlo» [26]


El testimonio oral a propósito de la realidad de una sociedad, no cuenta con el respaldo confiable de las fuentes escritas. No obstante, las afirmaciones de la gente acerca de su realidad, evidencian recursos simbólicos de re-presentación de lo fenoménico y sugieren explicaciones en torno de las estructuras de su imaginario colectivo y de los discursos identitarios que las fundamentan [27].

Macondo se levanta y abre sus ojos hacia un nuevo amanecer. […]Con él se despiertan también los recuerdos del ayer, las batallas perdidas y las ilusiones que se ven escapar de las manos de muchos de sus habitantes. Aún así, aunque la tristeza se note en la mirada, su gente nunca se ha rendido en el primer intento, nunca han dejado de dar hasta el último esfuerzo, hasta la última gota de sudor. En este lugar nadie se queda olvidado. Ni los muertos, ni los vecinos, ni tampoco los extranjeros, porque aunque en Macondo algunos sean de tierras lejanas, todos se dejarán hechizar por la belleza de sus campos, montañas, valles y playas. El calor humano que se vive aquí es tan grande, que aún siendo un desconocido y estando en el pueblo más insignificante, todos se sienten en casa.



Aunque a veces el desempleo y la pobreza nos atropellen de mil maneras y las oportunidades de subir de estrato sean casi imposibles... En Macondo siempre hay un nuevo motivo para levantarse cada día. Aquí, hemos aprendido a no tenerlo todo, porque al final nunca se ha tenido nada […]


También hemos aprendido que muchas veces las mejores cosas de la vida son invisibles a los ojos[…] Es triste cuando lo veo ser el protagonista en una noticia de drogas, o en una crisis de violencia por parte de grupos organizados que decidieron tener como opción de vida, las armas. Y es aún más triste dejarse llevar por la primera impresión de las cosas, y no por lo que realmente son. Todos estos detalles describen un lugar que casi nadie quiere visitar por miedo a ser raptado. Este es el lugar donde nací. Un "Macondo", un lugar imaginario, que se lleva por dentro como la tristeza o como la felicidad... y que te recuerda a cada instante de donde vienes y para donde vas. Mi Macondo, es Colombia. [28]


Esta construcción institucional republicana y religiosa de la identidad nacional ha, al menos, aplazado la necesaria introducción de los elementos del pacto social dentro de los recursos narrativos identitarios. Al facilitar una serie de recursos narrativos dentro de los cuales es posible construir la identidad sin indagar acerca de la realidad y el desarrollo social de la unidad nacional [29]. Cuando estos discursos sitúan el objeto de la identidad nacional en un punto abstracto donde no hay referencia al pacto social, estos estimulan el aplazamiento de la construcción de una nueva forma de comprender la identidad y las razones de la unidad nacional.



BIBLIOGRAFÍA


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[1] LYOTARD, Jean François. La posmodernidad. 3ra edición. Trad. Enrique Lynch. Barcelona, Gedisa. 1994. pag 52 ss. Dans celui-ci texte : el lenguaje tiene una función creadora de poder cuya forma mas usual es narrativa; Por una parte una estructura que apunta hacia el origen en forma de relato mítico, y una que apunta hacia el telos como relato de la emancipación, esto es, metarrelato.

[2] SALAS, Yolanda. La dramatización social y política del imaginario popular: El fenómeno del bolivarismo en Venezuela. EN: Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización. Caracas, CLACSO-UNESCO-CIPOST/ UCV, 2001. Pag 201-221.

[3] JELIN, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. S XXI de España Ed- S XXI de Argentina Ed. Pag 40

[4] «Chavéz pone el caballo del escudo a mirar a la izquierda» EN: El Tiempo. Bogotá D.C., 19 de enero de 2006. Sec Información general. Pag 1-14.
[5] JELIN, Elizabeth. Op Cit. Pag 19
[6] CORM, Georges. Le Liban contemporain. Paris, Éditions la Découverte, 2003. pag 35
[7] Ibid. pag 34
[8] LOMNÉ, George. " La comunidad simbólica del manto de Iris o la huella de un sueño" EN: Análisis político. Revista de la Universidad Nacional. Bogotá DC, Número 47, Septiembre - noviembre 2002. Pag 20 a 35.
[9] GUERRA, François. La identidad republicana en la época de la independencia. EN: Memoria del simposio internacional y IV cátedra anual de historia "Ernesto Restrepo". Bogotá DC, 1999. Pag 271
[10] LOMNÉ, George. OP Cit

[11] Ibid.

[12] HENRÍQUEZ, Cecilia. El sagrado corazón ¿Una cuestión política o de religiosidad popular ?. EN : Los imaginarios y la cultura popular. Bogotá, Coder-Cerec, RUEDA, Eduardo. Compilador. 1993. Pag 36-37

[13] LOMNÉ, George. Op Cit

[14] Ibid

[15] HENRÍQUEZ, Cecilia. Op Cit. Pag 36-37

[16] Ibid. Pag 42 ss

[17] Ibid. Pag 15

[18] GONZALEZ, Marcos. El calendario festivo. EN : Los imaginarios y la cultura popular. Bogotá, Coder-Cerec, RUEDA, Eduardo. Compilador. 1993. Pag 28

[19] ISAZA, Fernando. “ Entre Estalinismo guerrillero y autoritarismo estatal, democracia”. EN: El tiempo. Bogotá DC, 28 de marzo de 2004. Lecturas dominicales, Pag 4 a 7.

[20] RUEDA, Eduardo. Introducción. EN : Los imaginarios y la cultura popular. Bogotá, Coder-Cerec, RUEDA, Eduardo. Compilador. 1993. Pag 17

[21] HENRÍQUEZ, Cecilia. Op Cit.

[22] COLLAZOS, Oscar. « Jodidos pero contentos » EN : El Tiempo. Bogotá DC, 12 de enero 2006, Sec Opinión, Pag 1-15.

[23] “Colombia Oscura” EN: El Tiempo. Bogotá DC, 16 Junio de 2002. Sec Económicas, Pag 3-6.

[24] CORTES, Ernesto. “Al 52% de los bogotanos no les alcanza la plata para alimentarse” EN: El Tiempo. Bogotá DC, 15 de septiembre 2004, Sec Primer Plano, Pag 1-2. En ce même sens voir: GUEVARA, Jacqueline. “La clase media contra la pared” EN: El Tiempo. Bogotá DC, 12 de septiembre de 2004. Sec Económicas, Pag 1-14.

[25] SÁNCHEZ, José. “Campaña divide a casa de Nariño”. EN: El Tiempo. Bogotá DC, 23 de octubre de 2005. Sec Nación, 1-4.

[26] COLLAZOS, Oscar. Op Cit.

[27] SALAS, Yolanda. Op Cit.

[28] TRUJILLO, Emily. Macondo, un lugar imaginario. http/: news.bbc.co.uk. Espacio del lector.

[29] À propos du rôle du pacte social dans l’elaboration de l’identité voir : SMOLAR, Piotr. « La France selon Nicolas Sarkozy » EN : Le Monde, Paris, Le 16 Novembre 2005. Sec Analyse.

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